Hace tres
años, THQ lanzó un shooter en primera persona llamado Metro 2033 con poca
fanfarria. Basado en un libro del mismo nombre
publicado ese mismo año, el juego rápidamente encontró un nicho entre
los jugadores que buscaban algo más. Los jugadores apreciaron la cautivadora historia, muy a
pesar de las falencias en la experiencia de juego.
De vuelta al
presente, ese estatus de juego de culto le ha dado a la secuela 2033 Metro:
Last Stand un poco de saludable expectativa de parte de los fans. Tratando de
darle un poco más de profundidad a la trama y de corregir los errores técnicos
de los anteriores, los desarrolladores en 4A Games nos entregan un juego que
retoma la historia de Artyom dos años después de los eventos en Moscú.
Ya que Metro
2033 presentaba múltiples finales—en uno de ellos Artyom destruía a los Oscuros
(Dark Ones), y otro en que les perdonaba la vida, los desarrolladores no
tuvieron otra opción que elegir uno para usarlo de punto de partida para su
nuevo juego. Luego de una extensa votación en línea en que la mayoría abrumadora
de los votantes escogieron la destrucción de los Oscuros como el mejor final,
se decidió que esta alternativa sería el canon de ahora en adelante.
Artyom se ha
visto plagado por pesadillas desde el final del primer juego, muy a pesar de
que la mayoría lo alaba como el héroe que salvó el metro de Moscú de la amenaza
de los Oscuros. Pero Artyom sabe la verdad: el cometió un horroroso error al
lanzar esos misiles desde la torre de TV local. Sin embargo la redención parece
cercana para el pobre Artyom, ya que su cercano amigo y concejero, Khan, dice
que ha localizado a un joven Oscuro que sobrevivió a la explosión. Si Artyom
puede salvar a este chico, el cree que tal vez pueda redimir su alma.
Desafortunadamente para él, las otras facciones dentro del metro tienen otros
planes para Artyom—y para su joven Oscuro también.
Cuando
combinas como la trama se desenvuelve con lo brillantemente diseñado que está
el mundo de Metro, obtienes como resultado uno de los juegos más envolventes
que puedes encontrar en una consola de juegos. Me gustaría que algunos juegos
de sobrevivencia-horror aprendieran un poco de Metro en lo referente a cómo
construir lentamente un ambiente de tensión; simplemente no pude soltar el
control una vez me imbuí en la triste encrucijada de Artyom. Y sin embargo
durante toda la experiencia siempre permanecí consciente de la enormidad del
sistema de metro en que se desarrolla la historia, o la ruinosa grandeza de los
monumentos en la superficie de Moscú durante las raras ocasiones en que uno sale
fuera. Estos elementos visuales en vez de distraerme me adentraron más en la
historia.
Las gráficas
mejoradas definitivamente son de gran ayuda; muchas de las criaturas, personas,
armas y locaciones que encuentras gozan de una riqueza en detalles visuales
impresionante; tanto que a veces puedes ver cuantos cartuchos vacíos quedan en
tu pistola, o como una llama moribunda carcome las orillas de una caja de
cartón luego de extinguirse un incendio mayor.
La mayor
mejoría la vemos al comparar ambos juegos de metro en lo referente a la
experiencia de juego en sí. Si la
mecánica de juego estilo tirador no cambia mucho, pero si contamos con un
interesante esquema de personalización de armamento. Si quieres ahorrar tus obuses
de grado militar (los cuales nuevamente son la moneda de cambio del juego) la
buena noticia es que puedes sacar el juego adelante con muy pocas mejoras de
armamento. Yo solo mejoré mi pistola para que pareciera más un rifle de
francotirador, agregándole una mirilla y visión nocturna. Para lidiar con los
monstruos más pesados me di a basto con una escopeta que tomé en el camino.
La idea de
tener que sobrevivir es una noción muy prominente durante el juego. Al igual
que en el original, uno debe mantener constante vigilancia en el nivel de oxígeno
al pasar por áreas tóxicas, tienes que recargar tu lámpara con un cargador
portátil, y tienes que vigilar que tu máscara de gases no se averíe mientras
luchas contra arañas gigantes o patrullas comunistas.
Estoy
consciente que sigo refiriéndome a Last Light como un tirador en primera
persona, y aunque técnicamente esto es correcto, esa descripción hace sonar al
juego como mucho más centrado en la acción de lo que realmente es. Claro uno
puede atravesar el juego a tiro limpio, pero la experiencia es mejor cuando uno
trata de moverse con subterfugio; haciendo cosas como tomar nota del intervalo
entre patrullas para infiltrarte, desactivar luces y cámaras para ocultar tu
posición.
El juego,
por cierto, también hace que sea más difícil ser discreto durante la
infiltración debido a que le falta una mecánica clave: la capacidad de
arrastrar y esconder cuerpos. Muchas veces fui descubierto no por errores de
movimiento míos sino porque un guardia encontró el cadáver de otro en el suelo.
Entiendo que este juego no es Hitman, y que se supone que Artyom es un
veinteañero un poco menos experimentado en estos trámites, pero por favor,
ocultar cuerpos es algo clave en cualquier infiltración!
A pesar de
sus pequeños fallos, siento que Metro: Last Light es uno de los juegos más
completos que he experimentado en algún tiempo. La historia es atrapante al
punto que uno a ratos pierde noción de cuál es la realidad—lo cual hizo que la
sensación de ayudar a Artyom y salvar el metro fuera mucho más satisfactoria
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